Todos, en algún momento de nuestras vidas (o más de uno, seamos honestos), enfrentamos problemas. Y aunque encontremos formas de solucionarlos, rara vez son la mejor o la más creativa. Pero espera, tengo una joya para ti: hay un método para solucionar problemas complejos que tiene el respaldo de una banda de grandes cerebros. Lo llaman “pensamiento de primer principio” y promete desatar tu creatividad, llevándote a soluciones originales.

La estrategia es simple: ve al grano. Identifica el núcleo del problema, eso que Aristóteles describió como “la primera base a partir de la cual se conoce una cosa”. En otras palabras, quita toda esa basura de convenciones y prejuicios hasta que no quede más que lo esencial. El objetivo es eliminar distracciones, desde los “así se ha hecho siempre” hasta los “no se puede” y los “nunca se hizo así”, abriendo paso a la innovación. Una vez que deconstruyes el problema y descubres lo importante, reconstruyes sobre esa base sólida.

Y aquí viene Elon Musk, el superhéroe del pensamiento de primer principio en nuestra era. Según él, “es importante ver el conocimiento como un árbol semántico: asegúrate de comprender los principios fundamentales, es decir, el tronco y las ramas grandes, antes de preocuparte por las hojas (los detalles)”. Musk no bromea. Ha hablado de este enfoque en múltiples ocasiones. “Tiendo a abordar las cosas desde un marco físico”, le dijo a Chris Anderson de Wired. “La física te enseña a razonar a partir del primer principio y no por analogía”.

En otra charla con Kevin Rose, Musk detalló que razonar por analogía es como hacer cosas porque se parecen a lo que ya se hizo, con ligeras variaciones. “Requiere mucha más energía mental”, confesó Musk, “pero es crucial para innovar”.

Tim Urban, cofundador del blog Wait But Why, hizo una analogía brillante: la diferencia entre razonar por primer principio y por analogía es como la de un chef pionero y un cocinero. El chef innova a partir de ingredientes, instinto, experiencia y sentidos; el cocinero sigue una receta, aunque capte la esencia y la interprete. Ambos pueden hacer platos deliciosos, pero cuando enfrentas un desafío importante, mejor ponte el delantal y el sombrero blanco: ¡a crear se ha dicho!

Musk ha utilizado este pensamiento para hacer cosas asombrosas una y otra vez. Al entrar en la industria de los vehículos eléctricos, identificó la reducción de costos como un desafío clave para hacer accesibles los autos eléctricos al mercado masivo. Su misión, similar pero distinta a la de Henry Ford, era adaptar el proceso de fabricación para que fuera eficiente y asequible.

La genialidad de Musk fue ver la fábrica como un producto, lo que llevó a la creación de la “gigafábrica”, revolucionando las industrias automotriz y energética. Y cuando decidió enviar cohetes a Marte, se topó con precios astronómicos y se preguntó: “¿De qué está hecho un cohete?”. Al descubrir que los materiales costaban una fracción del precio de un cohete terminado, SpaceX logró reducir los costos de lanzamiento casi 10 veces en pocos años, manteniendo ganancias.

¿Y si no eres Musk? No te preocupes. Su ejemplo es ilustrativo, pero el pensamiento de primer principio puede aplicarse en cualquier campo y época, incluso a nivel personal. ¿Piensas que tu memoria es horrible porque tu cerebro no puede con tanta información? ¡Pura suposición! Al adotar este enfoque, cuestionas esas creencias y descubres que, en realidad, podemos almacenar mucha más información de lo que pensamos. Nuestro cerebro tiene una capacidad de memoria equivalente a 2,5 millones de gigabytes. Así que si no quieres olvidar, replantea el problema y busca la solución más óptima.

Piensa como un científico, basándote en certezas y no en suposiciones. La meta es tener la claridad necesaria para enfrentar algo por primera vez, lidiar con lo complejo o entender algo que te está dando dolores de cabeza. Como decía el físico y Nobel Richard Feynman: “El primer principio es no engañarte a ti mismo… y tú eres la persona más fácil de engañar”. ¡Así que manos a la obra!

Fuente: BBC News